Antonio Rüdiger ha dado un paso al frente tras las lesiones de Militao y Alaba, consolidándose como uno de los mejores centrales del mundo
Desde que el zaguero alemán aterrizó en Madrid, su rol en el conjunto blanco no fue ni mucho menos sencillo. Recordemos que Rüdiger venía de ser campeón de Europa con el Chelsea en la temporada 20/21 y, tras finalizar contrato con el club londinense en la 21/22, rechazó cifras absolutamente estratosféricas de dinero para cumplir su sueño de jugar en el Real Madrid.
A pesar de todo ello, el internacional con Alemania llegó a un equipo que acababa de volver a proclamarse rey del Viejo Continente con una solidez defensiva digna de admirar, protagonizada en gran medida por dos hombres que habían logrado erigir un muro infranqueable para cualquier atacante: David Alaba y Éder Militao. Esta pareja de centrales que, sin duda, fue la mejor del mundo durante aquella temporada provocó que Rüdiger quedase relegado a un segundo plano en su primer año defendiendo la elástica merengue, teniendo en cuenta que para Ancelotti Alaba y Militao eran inamovibles.
Rüdiger, un líder en la sombra
No obstante, el bueno de Antonio supo asumir su papel y trabajar duro para poder aprovechar sus oportunidades cuando llegasen. Además, siempre que Rüdiger tuvo minutos dejó patente su entrega por este club y su capacidad para jugarse su integridad física, literalmente, con tal de defender este escudo.
Así pues, con este sacrificio, esfuerzo y constancia del defensa germano, muy probablemente para muchos pasara desapercibido, Rüdiger se encontró ante su primera gran cita con la camiseta del Real Madrid.Militao estaba sancionado y eso significaba que Antonio debía medirse ni más ni menos que a un tal Erling Haaland en la ida de las semifinales de Champions. Pues bien, el recital defensivo de Antonio Rüdiger aquella noche fue absolutamente antológico, el ‘22’ del conjunto blanco logró lo que nadie había conseguido hasta la fecha, anular por completo al mejor ‘nueve’ del planeta.
Un capitán sin brazalete
Tras aquella, la primera, gran noche de Rüdiger como futbolista del Real Madrid, Ancelotti erró privándole de la continuidad que se había ganado a pulso y ya sabemos todos cómo acabó la vuelta de aquellas semifinales de Champions. Sin embargo, el central alemán continuó sin poner una mala cara, esforzándose en silencio para acabar tirando la puerta abajo y demostrarle al míster que está más que capacitado para ser titular indiscutible en el club de sus sueños.
Finalmente, esta temporada las desafortunadas lesiones de Militao, en primera instancia, y Alaba, hace tan solo unas semanas, han otorgado a Rüdiger esa ansiada oportunidad de demostrarle al mundo y, sobre todo, al madridismo su valía. ¡Y vaya si la ha demostrado!
Desde que Éder se rompiera el ligamento cruzado, en la primera jornada de LaLiga, el ‘22’ blanco se ha convertido en el líder indiscutible de la zaga madridista, incluso cuando Alaba aún estaba disponible. Además, el éxito de Rüdiger en la presente campaña va mucho más allá de su rendimiento en el campo; Antonio es la alegría, la locura, la diversión… dentro del vestuario y, a la misma vez, es ese líder al que todos respetan cuando alza la voz. Por último, cabe destacar que su reciente gol ante el Mallorca, que, por cierto, no es un gol cualquiera, sino el gol que sitúa al conjunto blanco como campeón de invierno; es simplemente un premio, un premio a su trabajo, a su constancia y a su capacidad para haberse convertido en el mejor central del mundo a base de esfuerzo.
