Un Real Madrid muy superior en la segunda parte se llevó un Cláisico protagonizado por el mejor futbolista del mundo: Jude Bellingham
La espera había llegado a su fin. Los segundos dejaron de parecer minutos; los minutos dejaron de ser horas; y las horas, por fin, ya no parecían años. El gran Clásico de LaLiga estaba a punto de comenzar y todas las miradas del mundo del fútbol estaban puestas sobre Montjuic, dado que el nuevo templo culé acogería el primer choque entre Barça y Real Madrid de la temporada.
La llegada al campo de los futbolistas y, sobre todo, sus rostros dejaban patente que el de hoy no era un partido cualquiera. Bellingham volvió a saltar en la previa al césped para inspeccionar al campo, como ya viene siendo costumbre, pero esta vez no lo hizo solo. Aurelien Tchouaméni y Eduardo Camavinga, sus hermanos franceses, salieron con él; quién sabe si para hacerle saber al mundo entero que la estrella merengue no estaría sola y que ellos se encargarían de escoltar al príncipe británico hacia su cita con la historia, esta vez, su primera, frente al FC Barcelona.
Un despiste defensivo decantó la primera parte
La sintonía de los Rolling hizo los honores al inicio de semejante partidazo; mientras los 22 protagonistas saltaban al terreno de juego y aguardaban con ansias el pitido del colegiado para que comenzara a rodar el balón. Con el crono en marcha, los locales comenzaron presentándose bastante superiores ante un Real Madrid falto de ideas, ritmo y, sobre, todo fútbol.
Corría el minuto 6 de juego cuando una acción sin aparente peligro, un toque desafortunado de Tchouaméni, una falta de intensidad evidente del resto de muchachos de Carletto y un Alaba que consiguió llegar al esférico, pero no despejó con contundencia, propiciaron que Gündogan se quedara solo ante Kepa y abriera la lata.
A partir de ahí, hubo dos futbolistas visitantes que entendieron las crccunstancias del choque a la perfección, dieron un paso adelante y asumieron galones. En primer lugar, David Alaba que, tras errar notablemente en el primer tanto del partido, quiso reivindicarse, ejerció como capitán sin brazalete y levantó los ánimos de los suyos tratando de guiarles hacia la remontada. Por otra parte, Vini Jr, quién si no, decidió abrirse a la banda, a su posición predilecta, y, desde ahí, no dejó de pedir balón, encarar y buscar desmarques al espacio para dar profundidad al equipo. Además, el propio brasileño protagonizó la gran polémica del primer acto, puesto que, tras protestar la excesiva permisividad del árbitro, recibió unos cuantos toquecitos totalmente despectivos sobre su rostro por parte de Xavi Hernández.
Después de que Gil Manzano hiciera caso omiso a semejante falta de respeto del técnico culé, la primera parte fue concluyendo entre un Madrid consciente de la necesidad de espabilar y mejorar muy mucho para meterse en el partido; y un Barça que trataría de realizar posesiones largas y poder aumentar la distancia en la segunda parte.
En Montjuic no sonaron Los Beatles, sonó un chotis
Los segundos 45 minutos empezaron con una tónica completamente opuesta a la de la primera mitad. Si bien la intensidad y el carácter del cuadro blanco durante el primer acto no habían sido los necesarios para un partido de este calibre; la segunda parte fue dominada de principio a fin por un Real Madrid infinitamente superior.
El cuadro local, poco a poco, fue renunciando al balón y asumiendo su bloque bajo ante los chicos de Ancelotti que empezaban a mostrarse intratables. Los acercamientos del conjunto blanco fueron sucediéndose hasta que en el minuto 68, en un balón despejado a la frontal del área, volvió a aparecer él; el heredero al trono del que abdicaron Cristiano y Messi; el niño de Birmingham que tiene Madrid a sus pies; el chico que eligió al cuadro de Chamartín por encima de todo y, ahora, ese club le elegiría a él por delante de cualquier otro futbolista…; en definitiva, apareció Sir Jude Bellingham de Inglaterra para pegar un zapatazo desde su casa y anotar el que sin duda será el gol de la jornada. Sin embargo, esta vez no abrió los brazos como de costumbre porque, en esta ocasión, él no era el importante, sino ese equipo con el que siempre soñó cuando era pequeño, por eso se llevó la mano al escudo y se lo enseñó a todo el Olímpico de Montjuic. Él no pidió calma, ni mandó callar, simplemente dijo: “tranquilos, esto es el Real Madrid”.
Tras el tanto de la igualada del inglés, el conjunto madridista se volcó al ataque y buscó un gol a la desesperada consciente de que el FC Barcelona estaba arrinconado y si el choque se decantaba para algún bando, sin duda, sería del lado madridista. Y así fue, don Jude Bellingham volvió a hacer notar su extraordinario don del oportunismo, batió a Ter Stegen y marcó el gol que daba la victoria al Real Madrid. Una victoria que no hizo sonar Los Beatles, sino un chotis en la el templo de la Ciudad Condal.