Vinicius Jr y Eduardo Camavinga ya le han cogido el gusto a eso de bailar y, ahora, cada gol suyo se convierte en una auténtica fiesta
Hace algún tiempo, un servidor les definía como “la pareja de moda del madridismo”, pero el paso de los meses ha hecho que esta terminología quede ciertamente corta. Su asentamiento en el club, los galones que asumen ambos en cada situación compleja, su importancia dentro de la plantilla y el hecho de que poseen una química alarmante para cualquier adversario ha convertido a Vinicius Júnior y Eduardo Camavinga, con permiso de Jude Bellingham, en los dos mejores futbolistas del Real Madrid.
El 7 y el 12 del conjunto blanco gozan de un factor que es imposible de entrenar y es su amistad. El buen rollo entre ambos, su feeling, su capacidad para entenderse prácticamente sin mirarse… trasciende mucho más allá del terreno de juego, son amigos, hermanos. Ambos han compartido vacaciones este mismo verano, se les ve juntos en cada entrenamiento, se deshacen en elogios hacia el otro en cada aparición pública, pasan muchísimo tiempo juntos en sus ratos libres y todo ello provoca que, luego, sobre el verde, formen una dupla que ya está comenzado a marcar una época en el Santiago Bernabéu.
Esos dorsales recuerdan a tiempos pasados…
Inevitablemente, a muchos madridistas, cuando les ven sonreír, divertirse, bromear y bailar, se les vienen a la cabeza otros dos futbolistas que, casualidad o no, portaban exactamente sus mismos dorsales e hicieron historia con el club de Chamartín. Estamos hablando, evidentemente, de Marcelo Vieira, futbolista con más títulos en la historia del conjunto blanco; y Cristiano Ronaldo, mejor jugador de la historia de esta entidad.
Ellos, en su día, también dejaron patente su gran amistad y su admiración inmensa el uno por el otro. Marcaban, asistían, se asociaban, se buscaban una y otra vez, celebraban juntos…, en definitiva, disfrutaban y hacían disfrutar con su fútbol a todos quiénes tuvimos el placer de verles jugar.
“Historia por hacer…”
No obstante, el legado imborrable de esos dos futbolistas, desgraciadamente para el madridismo, llegó a su fin y, en estos momentos, toca hablar de otros dos muchachos que, si nada lo impide, podrían aproximarse, y mucho, a lo conseguido por estas dos leyendas del Real Madrid.
Vini y Cama son dos futbolistas especiales, diferentes, de los que ya no quedan en el mundo del fútbol. Su aportación en el equipo va mucho más allá de los futbolístico. Son la alegría del vestuario; la felicidad personificada; los niños que hasta hace no mucho soñaban con el Santiago Bernabéu y ahora lo ponen en pie con cada balón que tocan; esos chicos que acaban de renovar dando un golpe sobre la mesa y dejando bien claro que quieren seguir aquí, cumpliendo un sueño y defendiendo la elástica del club de sus sueños; y los dos nombres más recurrentes en las camisetas que se observan en las inmediaciones y las gradas del nuevo templo merengue.
Finalmente, abordando su nueva celebración que, como esto siga así, se convertirá en icónica, podríamos definir su baile de muchas maneras. Algunos dirán que es divertido; otros que es carismático por quiénes lo llevan a cabo; los más poéticos lo definirán como mágico, y razón no les falta, por todo lo que eso supone y el aura que genera entre el madridismo ver a sus dos niños maravilla disfrutar sobre el verde; pero un servidor, en esta ocasión, lo catalogará como “estelar”, dado que, al fin y al cabo, no es sino el baile de las estrellas del Real Madrid.