Rodri no se lo llevó. La 67ª ceremonia del Balón de Oro no cogió tanto de sorpresa al público porque en el fútbol estamos curados de espanto, hemos visto de todo. Messi se llevó el octavo y alentó a los dos otros candidatos que no expresaron ni un ápice de sentimientos, fruto quizá de la apatía que produce conocer el ganador de un sorteo. Un calco del discurso lanzado en 2021 con Lewandowski.
A la finalísima de mayor premio individual llegaron los que levantan los «olé» en la grada, los que salen en las recopilaciones de los ‘highlights’, los que meten goles que ganan partidos, registran como marca sus distintivas celebraciones y aparecen en las espaldas de los más pequeños cuando se enfundan una camiseta de fútbol. No sale Rodri, ni De Bruyne, ni Bono… ¡Ni Modric! Tampoco en su día dos auténticos genios como Xavi e Iniesta, a quienes les robaron un Balón de Oro habiendo ganado un Mundial -entre otros títulos-, esa proeza por la que justifican la elección de Messi por delante de tres jugadores que han ganado un triplete como jugadores del Manchester City.
Pero claro, los niños sueñan con ser delantero y no portero o defensa. A veces los que paran y salvan goles son más importantes que los que los anotan. También el que tiene un guante en la bota y se la coloca con música al bestia rubio de casi dos metros que lleva más goles que partidos. O el que consigue ese equilibrio entre la defensa y el ataque para que el equipo funcione. Por algo Rodri juega más de 50 partidos y el mismo Pep Guardiola reza todas las noches porque no se lesione a pesar de que lo pone titular hasta en el calentamiento.
Porque todo esto es puro marketing y ya está. Si hablamos de fútbol, desagradecidos seremos si no apreciamos lo importante que es un Rodri o un De Bruyne -expresión superlativa- en un equipo, sin saltarse a la torera que Leo Messi es para muchos y con razón el mejor jugador de la historia de este deporte. Pero el gol es el gol y siempre seguirá costando más un delantero que un portero. Rodri mereció más que un quinto puesto, al igual que Xavi e Iniesta en 2010 no merecían aplaudir, sino ser aplaudidos.
Diario La Escuadra: por @_MiguelPG_
