Un Vinicius estelar lidera un recital madridista en ‘El Clásico’ para levantar el primer título de 2024, la Supercopa de España
Los relojes peninsulares marcaban las 20 horas y el mundo entero, desde Riad hasta Madrid, pasando por Barcelona, se había paralizado para disfrutar de la gran final de la Supercopa de España. Es cierto que el contexto era ciertamente mejorable, pero lo de hoy era una final y este tipo de partidos siempre suponen un espectáculo asegurado.
Los fuegos artificiales hicieron los honores al partidazo que estaba a punto de comenzar y, sin más dilación, tras el pitido inicial del colegiado, el esférico empezó a rodar. Los 22 protagonistas eran conscientes de lo que se jugaban, un partido especial, una final y, a la misma vez, un Clásico; es decir, uno de esos choques en los que solo vale ganar y en los que deben aparecer las estrellas… Y, entonces, justo entonces, hubo un futbolista que quiso dar un paso al frente, asumir los focos y hacerle saber al mundo entero quién es el verdadero líder de este Real Madrid.
Vini Jr hunde al FC Barcelona con un ‘Hat Trick’ en la primera parte
Desde el calentamiento, Vini Jr sabía que tenía una cita con la historia y no estaba dispuesto a faltar. Su cara transmitía total confianza; su sonrisa, ese carisma que solo las estrellas son capaces de desprender; y sus arengas hacia sus compañeros y la afición parecían estar advirtiéndoles de la exhibición que estaba a punto de comenzar. En apenas 10 minutos, Vini provocó, sí, provocó que el planeta fútbol tomara consciencia de que la mejor versión del braileño había vuelto; provocó que el madridismo recuperara le memoria y se diera cuenta de que su niño maravilla jamás se había ido, tan solo estaba aguardando su momento para volver a poner el madridismo patas arriba y el mundo del fútbol a sus pies; provocó que Xavi Hernández quedara retratado cuando en la rueda de prensa previa, al ser preguntado por el marcaje especial de Araujo sobre Vini, asegurase que no debían centrarse en un único jugador…; y, sobre todo, provocó que el Real Madrid, su Real Madrid diera un golpe de autoridad poniéndose dos goles por encima en la gran final.
El primero de los tantos de los brasileños viene propiciado por un desajuste defensivo del Barça y una asistencia sacada de la chistera de Jude Bellingham. El ‘7’ blanco se plantó solo ante Iñaqui Peña, volvió a callar todas esas bocas que dudaron de su capacidad goleadora y se burlaron de su poca claridad de cara a puerta, y dejó sentado al guardameta culé para subir el primero al luminoso, emular la celebración de su ídolo y confirmar a la parroquia merengue que ese mítico dorsal que luce en su espalda no podría haber tenido mejor sucesor. Asimismo, apenas unos minutos más tarde, una conexión brasileña con su socio Rodrygo Goes provocó que Vinicius anotara el segundo en su cuenta particular.
El dominio blanco era aplastante y el Barça se mostraba absolutamente impotente ante la exhibición ofensiva del conjunto blanco. No obstante, este colchón en el marcador provocó cierta relajación en los muchachos de Carletto y este factor propició que Robert Lewandowski, tras un gran golpeo, recortara distancias y pusiera el 2-1 en la gran final. Pudiera parecer que aquel tanto blaugrana supondría la reacción culé y, por consiguiente, el conjunto catalán pudiera volver a meterse en la final y competirle el primer título de la temporada al cuadro de Chamartín. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Apenas unos minutos más tarde, cuando todo parecía visto para sentencia en el primer acto, Vini Jr volvió a aparecer para provocarle un penalti a su pareja de baile, Ronald Araujo, y tener la oportunidad de anotar su primer Hat-Trick en un Clásico, el segundo en su carrera.
Cuando el colegiado señaló la pena máxima, el brasileño no lo dudó un instante, el penalti era suyo. Sus compañeros eran conscientes del recital que estaba ofreciendo y nadie era capaz de arrebatarle o discutirle aquel lanzamiento. Nada más escuchar el silbato del árbitro, Vini salió disparado al esférico, hizo una pequeña pausa para detener el tiempo a su antojo y realizó un golpeo seco, imposible para detener por Iñaqui Peña, que tuvo que volver a recoger el balón del fondo de la mallas. En esta ocasión, Vini celebró con rabia; besó y señaló el escudo, como siempre; y se llevo la mano al oído, para ver si conseguía escuchar a todos los que algún día se rieron de él, a todos los que le insultaron, a los que minusvaloraron su nivel, a los que se atrevieron a justificar la persecución racista que aún sufre tildándole de “provocador”…; en definitiva, se llevó la mano a la oreja para poder escuchar a la perfección como Riad, Madrid y el mundo entero volvía rendirse ante el mejor futbolista del planeta.
La ambición madridista aplastó al Barça en la segunda parte
Los segundos 45 minutos calmaron la apisonadora merengue e hicieron que el ritmo del partido disminuyera al antojo del conjunto merengue. Carletto y sus muchachos eran conscientes del marcador favorable con el que contaban y quisieron dominar el choque desde la posesión y, de esta manera, hacer correr al rival sin tener que emplearse a fondo.
En este contexto, el FC Barcelona se vio obligado a dar un paso al frente e intentar marcar un gol que recortara distancias en el marcador y pudiera volver a meterles en el partido. Sin embargo, este hecho provocó que el Real Madrid encontrara más espacios a las espaldas y en uno de esos contraataques que tanto gustan por la capital española, Rodrygo Goes quiso sumarse al festín goleador de su equipo y anotó el cuarto para los merengues.
Riad era una fiesta, las gradas del feudo saudí disfrutaron de la exhibición blanca y apoyaron mayoritariamente al Real Madrid, conscientes de que estaban asistiendo a uno de los mayores espectáculos vistos en la historia de los clásicos. Carlo Ancelotti aprovechó la notable superioridad de los suyos para dar descanso tanto a Jude Bellingham como a los dos goleadores y, de esta manera, tenerles frescos de cara al derbi del próximo jueves. Finalmente, el paso de los minutos tan solo hizo los honores a la conclusión del encuentro y, por consiguiente, a la fiesta merengue por haberse proclamado supercampeón de España.