La situación actual de Villarreal CF es cuanto menos delicada. El submarino amarillo ocupa la decimo sexta posición en el campeonato doméstico y con tan solo ocho puntos en su casillero en las nueve jornadas que se han disputado.
Sin embargo, no son solo los resultados deportivos lo que hacen que la situación no sea la idónea. Y es que, para ser exactos, desde hace ya tiempo venimos observando cómo el ambiente interno se ha visto fracturado en múltiples ocasiones.
En primer lugar, y por seguir el orden cronológico de los hechos, hay que ser autocríticos y todo viene desde la salida de Emery. El día en que inesperadamente, el técnico vasco abandonó la disciplina del club castellonense para marcharse al Aston Villa, todo se precipitó. Una persona que había conseguido lo más grande con el Villarreal, nada más y nada menos que el primer título de su historia. Había logrado una comunión entre directiva, plantilla y afición, que no hemos vuelto a ver desde entonces.
Posteriormente, la directiva decidió que el hombre que debía continuar el legado de Emery, era Quique Setién. Sin embargo, su mala racha inicial, y el ya famoso: “Quique, vete ya”, hizo que toda la temporada se impreganara de un odio enrarecido por parte de la afición y una mala respuesta por parte de los jugadores. Todo ello, para acabar terminando en quinta posición.
Un gran final de temporada, pasaba por alto en verano una situación que se presagiaba insostenible en la vuelta a la rutina. Cuatro jornadas sirvieron para sentenciar a Quique Setién, en dónde lo más lógico hubiera sido prescindir de sus servicios antes de comenzar la temporada.
Para intentar relanzar al equipo, el “salvador” en esta ocasión fue José Rojo Martín, alias “Pacheta”. Un hombre sencillo, un hombre de fútbol. Sin embargo, debido a la situación que atravesaba el Villarreal, quizá no solo le bastaba con eso.
Un inicio en el banquillo con victoria tan solo era un oasis en el desierto. El juego no mejora, y salvo medias partes aceptables, el equipo no tiene demasiados brotes verdes. Esto hacía saltar las alarmas en Villarreal, y es que ya son muchas temporadas en la parte de arriba. Además, teniendo en cuenta el reciente pasado en Europa, cuesta aceptar la situación actual.
Con una plantilla algo limitada, o mejor dicho, poco experimentada en ciertas situaciones, unos pesos pesados un tanto irascibles y una afición totalmente desconectada del equipo, es complicado imaginar una recuperación inmediata.
Aún así, el parón de selecciones no ha podido venir mejor. Dos semanas para calmar las aguas. Dos semanas más de adaptación. Dos semanas en las que la afición desconecta un poco de este mes de septiembre frenético de partidos. Pero sobre todo, dos semanas para trabajar y tratar de enmendar la situación.