El Levante atraviesa un bache a nivel futbolístico que rememora los malos tiempos pasados
El Levante lleva 4 puntos de los últimos 15 posibles. Y lo que es peor, tres semanas sin marcar un gol. La falta de efectivos y las lesiones han hecho mella en una plantilla muy corta y que se encuentra bloqueada. Lo cierto es que, si bien las expectativas al arranque de la temporada no eran del todo esperanzadoras, un gran arranque había ilusionado a la afición granota. No obstante, con apenas dos meses de competición disputados, parece que el suflé ha bajado de forma significativa.
Cicatrices que no sanan
Cuando sucede algo doloroso, dañino o fatal, las heridas no se curan con facilidad. Las cicatrices son la huella de que algo ha afectado a lo cotidiano. En el Levante está costando sanar. Han sido muchas las noticias devastadoras en los últimos años, lo que agrava y dificulta el proceso de olvido.
Es por todos sabido que quedarse sin un ascenso en el minuto 123 duele y mucho. De hecho, podría considerarse como uno de los acontecimientos más crueles del fútbol reciente. Aquel 17 de junio de 2023 no solo no se dio el ascenso, sino que se produjo un vacío interior muy difícil de digerir para el aficionado granota.
Más allá de salidas de ciertos jugadores, y de aquella manera, la situación no ha hecho más que empeorar. La entidad levantinista se encuentra en el hospital desde hace tiempo y, si bien había conseguido salir de la cama, todavía tiene atisbos de recaer.
Tras aquel trágico episodio, la desconfianza o, mejor dicho, el miedo a volver a caer es constante. La temporada anterior fue el reflejo de un club que no estaba haciendo las cosas bien. Ahora, con nuevos nombres, y algunos ya conocidos, se trata de mantener ese sentimiento de ilusión y esperanza por volver a ser lo que, hasta hace relativamente poco, era un equipo asentado en Primera División.
¿Saldrá todo bien?
Cuando apenas arrancaba la presente campaña, muchos pronósticos apuntaban a que el Levante estaría entre los equipos que ascenderían. Por su plantilla, por su nuevo entrenador y por otras razones, era y es considerado como uno de los candidatos a estar en la parte alta de la clasificación.
Sin embargo, quizá desde fuera no se concibe en qué situación se encuentra el club. Incluso desde dentro puede que tampoco. Lo cierto es que aún es pronto para determinar donde quedarán los granotas en mayo, pero lo que sí se puede sentenciar es que el equipo está más unido a la grada. Y uno de los principales artífices de esto es Julián Calero.
El técnico, en su primera rueda de prensa en el Ciutat de Valencia, lo tenía claro. «Todo va a salir bien». Si bien le ha ido bien en todos sus trabajos como entrenador, ahora se encomendaba en su mayor reto en los banquillos.
Además de confeccionar con poco presupuesto una plantilla competitiva, lidia con la tarea de unir a una afición que ha quedado algo dividida por el regreso de Morales. En parte lo ha conseguido, pues son muchos los que, cuando van al estadio, dejan de lado sus diferencias para animar al equipo.
Ahora bien, ¿y si todo no sale bien? ¿y si Calero termina quemándose muy rápido? ¿Es solamente un ‘tribunero’? A ciencia cierta, es poco sensato valorar a mediados de octubre si la etapa de Julián va a ser exitosa o no. No es posible dictaminar si el Levante alcanzará la gloria y ascenderá; o si terminará por estancarse en la Segunda División. La hinchada ha terminado desquiciada en los últimos partidos, e incluso ha lanzado ‘palos’ al mister por mantener ciertas jerarquías que, por nivel deportivo, son difíciles de entender.
Pero, a pesar de todo, uno de los factores clave esta temporada va a ser la paciencia. Acompañada claramente de un fuerte toque de exigencia, es importante no ‘quemar la falla’ antes de tiempo, pues de ser así el ambiente en Orriols puede ser muy convulso y tenso durante el resto de la temporada.