En el día de ayer, Alavés y Sevilla FC disputaron los octavos de final de la Copa del Rey, en el que el conjunto sevillano pasó de ronda por la mínima con un marcador de 0-1, pero dejando muchas incertidumbres en el devenir de los partidos que le vienen a los de Sampaoli, ya que dichos encuentros son cruciales para remontar lo ocurrido en estos últimos 4 meses.
GANAR SIN SEGURIDAD
El primer período en Vitoria para los sevillistas fue algo que no se puede dejar ir, ya que en los primeros 45 minutos de juego no ocasionaron ninguna acción de peligro ante un equipo de menor categoría que le estaba poniendo las cosas difíciles, porque en muchas ocasiones en la propia salida de balón se originaba contraataques del Alavés, que les podría haber pasado una mala factura, dado que el equipo no encontraba las maneras de estar cómodo para hacer jugadas en campo contrario y estar ahí el mayor tiempo posible. En concreto, hubo una jugada en el minuto 26, donde Gudelj pudo dejar al equipo con uno menos en una acción de desmarque por parte de Rober, en la que el colegiado por suerte no le mostró la roja. Sin embargo, ese tipo de errores no se puede cometer porque puede generar acciones de peligro, goles y también sanciones innecesarias.
Esto también se debe al bajo de nivel de algunos futbolistas, donde ayer se vio en Suso que ni está ni se le espera a su mejor nivel, a pesar de que ayer jugó en una posición en la que pudo crear peligro con esa zurda de diamante que tiene, estando de mediapunta en la cual no la supo aprovechar y no generó ninguna amenaza ofensiva como se esperaba del gaditano.
En el segundo período fue un Sevilla que aguantó las envestidas blanquiazules tras el gol, pero sufrió muchísimo estando prácticamente todo la parte en campo propio salvo el gol y una jugada de larga de posesión de balón.
Lo único destacable del partido en clave nervionense fue el gran partido que hizo Badé, dando una confianza atrás importantísima para los partidos que le vienen a los andaluces, ya que son vitales para salvar la temporada. El francés fue superior mayoritariamente a los delanteros del conjunto vasco, estando preciso en el corte y ganando en velocidad en muchas ocasiones, y aunque los sevillistas no estuvieron finos en la salida de balón, él en reiteradas oportunidades fue la solución al problema.
Además de Badé, Navas cuajó muy buenos cuarenta y cinco minutos, dando una gran asistencia de gol y también acompañando notablemente la banda derecha junto a Montiel , tanto en lo poco que hubo en ataque como lo mucho que tuvo que hacer en defensa.