¿Es posible bajar del Olimpo al Averno? ¿Puede el mejor equipo del mundo (según IFFHS) ser un equipo de mitad de tabla en cuestión de 20 años? Es posible, y nos lo ha demostrado el Valencia Club de Fútbol. Un equipo histórico de Primera División, que llegó a ser el tercer clasificado histórico en la liga española, que llegó a dos finales de la Champions League, con un palmarés envidiable. Entre sus muchos méritos destacan sus 8 Copas del Rey, 6 ligas, 3 Copas de la UEFA y 2 Supercopas de Europa, entre estos y otros títulos suman 22 títulos en total. El equipo de la tercera ciudad de España debería aspirar a entrar, como mínimo, en competiciones europeas. Sin embargo, la situación y una dirección nefasta del club han acabado por sentenciar a los ches a la mediocridad de las posiciones centrales, e incluso dando sustos a su fiel afición cuando coquetean con el descenso, como sucedió el 13 de abril de 1986.
Desde el principio del siglo XXI hasta la temporada 2007/08 con Ronald Koeman, nunca bajaron de la séptima posición y ganaron dos ligas. Después del bajón con el técnico neerlandés, (con el que sorprendemente ganaron la Copa del Rey) y con grandes figuras como David Silva, Juan Mata y David Villa, volvieron a la racha positiva. Después de un sexto puesto con Unai Emery, repitieron la tercera posición durante tres años seguidos, sucedido por un quinto puesto y finalmente un octavo puesto antes de que empezara la dictadura que somete al valencianismo.
En 2014, y con aires de salvador, aterrizó (en una de las pocas veces que ha sucedido) Peter Lim en Valencia. Prometió a todos los valencianos un futuro mejor, donde el club aspiraría a grandes cosas. El primer año fue un éxito rotundo, e inesperado. El club hizo una gran inversión fichando jugadores, muchos de ellos representados por Jorge Mendes. Fichajes que rindieron a gran nivel: Rodrigo Moreno, André Gomes y Nicolás Otamendi por ejemplo. Después de la serendipia del primer año, comenzó la hecatombe: 11º y 12º. Parecía que la seriedad volvía con Marcelino García Toral, pero nos equivocamos. Tras dos temporadas clasificándose para la Liga de Campeones y consiguiendo la Copa del Rey en el año del centenario, se cesó al entrenador. Años después, el periodista murciano Pedro Morata entrevistó al asturiano y desveló que la propiedad le pidió que tirara la copa, a lo que él desobedeció. Los últimos 3 años han sido desastrosos, en los que no han podido mejorar una novena posición. Esta temporada, parecen seguir la misma tónica. Distinto entrenador, mismos dirigentes, y el mismo desastre de siempre.
Este es el club que hay ahora. Sin aspiraciones reales, un club que malvendió la anterior gestión liderada por Amadeo Salvo, y que ahora no puede hacer más que soñar sobre su libertad y llorar porque ya no son el gigante internacional que eran.
Como particular, he recibido multitud de mensajes y llamadas de gente de todo el mundo. Desde neerlandeses hasta trinitenses, extrañados de no ver al Valencia fuerte con el que ellos crecieron o han conocido. Preguntando con asombro por el rumbo que ha tomado el “salvador” del Valencia, con su plan perfecto para llevar al club a lo más alto. Siempre hay que recitar la misma historia, que los valencianos han tragado el humo de aquellos que prometieron lo más alto y reciben unos tristes resultados semana tras semana, olvidando aquellas noches de Europa, donde se tocó el cielo, en Götemburgo y cuando casi grabaron su nombre en la historia en Milán y París.
Devuélvanos a nuestro equipo, un equipo para los valencianos, no un juguete descuidado que no les importa a los altos cargos. La etapa más oscura de la historia de un club centenario.