
Levante y Andorra se cruzaban en su encuentro copero con el objetivo de progresar en una competición donde los de Eder Sarabia debutaban tras la compra de la plaza a competiciones españolas y haber ascendido la anterior temporada. Por parte del cuadro granota, estos llegaban al miércoles con el estado de ánimo subido, el flagrante entrenador, Javi Calleja, ha enchufado de nuevo a los jugadores, los cuales, mediante la consecución de puntos, han situado a la entidad de Orriols en la zona puntera de la clasificación, barajándose con equipos como Eibar y Las Palmas, tanto armeros como palmeros también se sometieron a la semana copera.
El partido sería un espectáculo para aquellos que poblaron el estadio
La intención local estaba clara, llevar en volandas a su equipo y que éste se pudiera aferrarse a la siguiente ronda de una competición la cual al mister granota le trae unas vibras sensacionales, eso mismo comentaría posteriormente en una rueda de prensa donde dejaría claro que está dispuesto a construir un bloque más que firme para así llegar lo más lejos posible en el torneo del KO.
El balón echaría a rodar y el Levante se dejaría notar en campo contrario durante los primeros compases del encuentro. Joni Montiel, jugador incondicional para el entrenador madrileño, tendría la primera de las ocasiones que buscaría a Brugué quien no podría rematar correctamente hacia la portería defendida por Marc Vidal, un arquero que debió excederse a causa del posicionamiento y juego ofensivo que ofrecía un levante que mantuvo a su hinchada “on fire” gran parte del encuentro.
El Levante se establecía como dominante del esférico y los balones hacia el delantero referencia, Wesley no dejaban de quebrantar una defensa andorrana liderada por el jovencísimo de 21 años y canterano de la Masía, Mika Mármol, quien mostraría un juego defensivo admirable aún poseyendo 21 años. El punta brasileño no tendría la mejor de sus noches en el barrio, su entrenador dejó claro en sala de prensa que todavía hay tiempo de mejora para él (Wesley) y harán todo lo que sea posible para que éste se acople y perfore cantidades innumerables de redes.
El balón continuaba en el haber del Levante y un dardo daría en el centro de la diana cuando un valiente Marc Pubill (del cual me hablaban maravillas en rueda de prensa), encontraría el espacio justo para colarse entre los defensores tricolores y hallar a Brugué, que podría resarcirse de sus errores cometidos en los primeros minutos y sorprendería a toda una defensa, incluyendo portero que no podría hacer nada para frenar el latigazo blaugrana.
El gol brillaría en el luminoso y la balanza se decantaba hacia los de casa, esto conllevó al despertar andorrano, quienes a base de verticalidad e intervenciones por ambas bandas (más presentes por el costado izquierdo) incordiaban a un Levante hallado en la búsqueda de un descanso que les viniese de perlas para recargar pilas y seguir llevando el resultado a buen puerto.
Cuando mejor jugaban los visitantes; un córner despejado por la zaga levantinista, acababa bajo los pies de Cantero, un número 11 que recorrería una gran parcela del campo para así engatillar y dejar por los suelos a un Andorra que se diluía cuando se hallaban en plenitud.
Con dicha acción, el fútbol se paraba en el Ciutat, ambos equipos abandonaban el campo y dejaban paso al descanso, donde las piezas irían moviéndose dejando paso a jugadores de refresco en ambos cuadros. Sarabia, entrenador del Andorra, no pensaba darse por vencido y metía más artillería con el objetivo de darle la vuelta al encuentro.
La pelota volvería al centro del campo y ambos equipos consagrarían una segunda parte un tanto heterogénea a aquello visto en los primeros minutos de encuentro.
El Levante, que de forma descomunal había consagrado una primera parte correcto y con muy poco error en las figuras defensivas, padeció de relajación, aprovechado esto por un Andorra que no cesaría en ataque y con honor, se plantaría en la portería del mallorquín Joan Femenías, quien debió interactuar por alto y bajo para así interrumpir la conexión directa Andorra-gol.
Por parte de los locales, Wesley sería sustituido, el ex del Aston Villa no encontró comodidad durante el encuentro y dejaría paso a Bouldini, quien estaría más que asociativo con los futbolistas de su parcela aunque sin mucha fortuna de cara a portería.
Los de Sarabia se subirían al tren del partido y un Rubén Bover más que asociativo, manejaba con facilidad la parcela central del campo, serían el gancho entre una defensa que no tendría mucho problema desde haber encajado los goles y una delantera que no dejaba de intentar cuando interactuaban en área rival.
En el bando contrario, el Levante se hallaba en estado deplorable, los locales veían como su fortuna se reducía cuando Iván Gil teledirigía un balón que se colaba en las mallas de “Gol Alboraya”, el miedo se apoderaba de una afición local que ya se veía en la siguiente ronda. El fútbol cogía dulzor y ambos equipos remaban hacia diferentes objetivos, el Levante necesitaba ese último gol que les diese la comodidad final mientras que el Andorra un gol que les siguiera metiendo en el partido y diese rayos esperanzadores.
Los minutos corrían como atletas y tanto burgueses como proletarios reclamaban a su equipo que mostrasen esos dientes característicos ya sacados en las mejores citas (el Levante ha sido caracterizado por tumbar gigantes en distintivos momentos). Llegaría el pitido final; 4 minutos de descuento infernales que serían abucheados por la gradería, un fútbol que había dejado de gustar minutos atrás y un Levante que gritaba dejaban paso a la consecución del encuentro.
Los soldados de Javi Calleja pasaban de ronda y miraban ya hacia el año que viene, donde deberán medirse primero al Sporting de Gijón, en situación totalmente adversa al equipo valenciano. La felicidad de la copa, se quedaba en casa.



