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LaLiga Santander

Guti, la magia que se perdió en la noche

Pelo rubio y largo, barba de 3 días y una cara que a simple vista la identificabas antes con un portero de discoteca en Magaluf que con un futbolista. José María Gutiérrez Hernández, “Guti”, para los que sabemos de esto fue un futbolista nacido y criado en la cuna del fútbol español: ‘La Casa Blanca’.

Un hombre de club que dejó claro que el Bernabéu era su casa y daría todo por esa camiseta que muchos pagarían millones por vestir; 14 años recorriendo las distancias del feudo madridista, fue un futbolista con esa pizca de magia de la cual te enamoras y haces de la visita al estadio una obligación semanal.
Como bien he relatado antes, Guti empezó en la fábrica, dando a conocer que era un jugador por encima de su nivel, por ello escalaría y en 1996 lograría alcanzar la cima, el primer equipo, junto a un Real Madrid que tiraba la casa por la ventana para hacerse con lo mejor que surgía en el panorama balompédico: Roberto Carlos, Mijatović, Suker y el propio Guti serían los estandartes para un Real Madrid que necesitaba carburar lo antes posible y traer esa anhelada Champions que no tocaba Chamartín desde que la televisión se veía en blanco y negro, Pelé hacía sus diabluras con un esférico y la guerra fría estaba en movimiento. Fue así como Guti, siendo aún ese chaval que se había criado en Concha Espina, empezó a ganarse un nombre entre las masas blancas.

Un hombre con desborde, desequilibrios, verticalidad, cambios de ritmo y ese último pase tan heterogéneo que solamente tenían los jugadores de perfil tan magistral, consiguió hacerse un hueco en una plantilla relativamente nueva de un Real Madrid que no estaba en su punto más álgido.
Cuando el edificado blanco iba hacia una deriva segura, un viejo conocido y rockero de nuestro fútbol internacional, Jupp Heynckes, cogería a un Real Madrid lejos del título liguero pero sí próspero a ganar la ansiada orejona, por otro lado, un equipo comandando por unos fichajes que iban haciéndose un hueco entre la meritocracia de la plantilla, iban creando un juego más que voraz y vistoso que cada vez llamaba con más fuerza a la papeleta europea; siempre contando con Guti, que pese a su juventud y un control del juego que iba desarrollándose a pasos agigantados, daba exhibiciones domingo tras domingo, aún deslumbrando a aquellos que acudían al templo blanco cada fin de semana el aún jovencísimo Guti no estaría dotado de inscripción para participar en la máxima competición europea, aunque se le ha seguido contando dicho trofeo, a día de hoy, es un futbolista que posee 3 orejonas.

Porto, Rosenborg y Olympiacos sucumbieron ante un Madrid que sometería a sus rivales por el deseado trono que en la capital española ya empezaba a echarse en falta. Los años de espera no pesaron en un Madrid que se lanzaría contra viento y marea dilapidando las oportunidades de Leverkusen (al cual ganaría una nueva final en 2002) y Borussia Dortmund, donde un 2-0 a favor del cuadro vikingo, haría soñar a aquellos que por aquel entonces tenían a Lorenzo Sanz como presidente.

Llegaría el ansiado día y Amsterdam se vestiría de gala para recibir a dos gigantes del mundo futbolístico, una Juventus plagada de estrellas nos haría deducir que el partido sería complicado para el caballo blanco (Deschamps, Davies, Conte…).

La Juve no daría tregua y resguardaría en su área ante el ataque blanco, este vería el fruto florecer cuando Mijatović (en fuera de juego) pescaría un balón de Roberto Carlos y mandaría el balón a las mallas bianconneras. La maldición estaba finiquitada y Guti pasaría a “poseer“ su primer gran título internacional, así finiquitaría su primer año de profesionalidad.

Los años se esfumarían como letras en la arena y Guti visionaría las mejores épocas y equipos que el Real Madrid ha poseído en su historia, con un régimen establecido como el de Florentino Pérez, el club instauraría unas bases que catapultarían al club de nuevo a lo más alto del criterio europeo.

Desembolsos millonarios y optimismo con lo que había en casa, harían del Madrid un titán al que muy pocos llegaban. Mientras tanto, Guti seguiría siendo incondicional para el modelo de 3 centrocampistas que manejaba el equipo durante la época madura del madrileño.

Un futbolista rudo, con carácter y poseído por una magia incontestable, llevaría 2 champions más a la vitrina blanca, además de ligas y copas que harían del equipo que viste de blanco el rival a batir tanto en títulos como en plantilla.

Como todo en esta vida, el momento de caer llega, el caso de Guti no es particular, un futbolista cuando ve que lo tiene todo y posee un sobrenombre, piensa que ha logrado el pico más álgido de su vida.

Guti era fan acérrimo del ron cola tanto como de su fútbol, o un poco más, por ello empezó a dejar de lado la profesionalidad labrada en sus años de madridismo y acaparó portadas a causa de su comportamiento inadecuado.


Tensiones como el presidente y un estilo de vida que no era ni mucho menos el del futbolista total, apartaron a un Guti que acabó retirándose donde la calvicie es signo de extravagancia: Turquía.
Así fue como el Cutty Sark, las carambolas de la noche madrileña y una borrachera que sustituyó al dominio del balón, destrozaron a un futbolista que dejó inacabada su obra en los terrenos españoles.

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