Darío Poveda llegó a la disciplina azulona en el mercado veraniego 20-21. Ese verano, fue cedido por parte del Atlético de Madrid al conjunto azulón, pero había un inconveniente: estaba lesionado, además de gravedad.
Cosas del destino, se lesionó frente al Getafe B
El ex rojiblanco, al poco de debutar con el primer equipo del Atlético de Madrid, sufrió un frenazo que a ningún futbolista le gusta sufrir: precisamente en un partido que enfrentaba a ambos filiales, Darío se rompió el ligamento cruzado derecho, y se vio obligado a parar.
Aquella lesión no solo le hizo perder una oportunidad de oro con el Atleti, que además perdió el interés de varios clubes que estaban interesados en hacerse con sus servicios, precisamente siendo uno de ellos el Osasuna.
El Getafe arriesgó con él
Pero entonces, llegó quizá una noticia que a muchos les pudo sorprender; a pesar de la gravedad de la lesión, el Getafe apostó por él, en lo que pudo parecer una locura. Y fue más arriesgado cuando Darío tuvo que someterse a una segunda intervención, porque no lograba recuperarse del todo.

La primera campaña de Poveda como azulón, se acabó con un registro de cuatro minutos frente al Elche, en la jornada 28 de Liga.
El que la sigue la persigue
El que siempre vio algo en él fue el presidente azulón, Ángel Torres. Y cuando al presidente se le mete algo entre ceja y ceja…
El máximo mandatario azulón no solo consiguió ampliar la cesión, sino que también consiguió que el alicantino y el Atlético de Madrid rompiesen el contrato que les unían hasta 2026, y firmó por el club azulón.
Y de momento parece que, lo que fue llamado cabezonería del presidente azulón, una vez más, le está saliendo bien; primero con Michel y ahora con Quique, el delantero lleva jugados 13 partidos, 339 minutos, en liga. En Copa, jugó los dos partidos, y anotó en el primero.
Y ayer, cuando el foco estaba sobre él, ya que de una forma u otra, fue parte de la debacle frente al Atlético Baleares, se puso la capa de héroe, y logró lo que parecía imposible.
Y 15 meses después… Llegó
Y es que, aunque el delantero ya había visto puerta ante el Mollerussa, si le preguntan, se quedaría con este. Frente al Mollerussa el partido ya estaba resuelto, y su tanto fue una alegría para él y la gente, pero en el partido, fue uno más.
Ayer fue otro cantar. Darío entró en el 82, dando salida a Sandro Ramírez, que hizo un grandísimo partido. Quién le iba a decir a él o a la parroquia azulona, que diez minutos después, se iba a desatar la locura.
El Getafe buscó el gol hasta el último minuto, y en el 92, llegó. Un balón de Damián Suárez desde la banda, le llegó a Darío, que enlazó un remate perfecto hacía la portería de Sergio Herrera, llegando desde atrás, y el portero rojillo no tuvo tiempo de reaccionar.
No se sabe si primero vino la locura y luego las lágrimas, o llegaron las dos cosas al mismo tiempo, pero después de salir del córner, abrazado por todos sus compañeros, al delantero alicantino se le pudo ver notablemente emocionado. Su gol acababa de sacar al Getafe del pozo, 18 jornadas después. Él volvía a ver puerta en Liga, después de un año y tres meses de calvario.

Las lágrimas de tres meses después
Como he dicho, las lágrimas de Darío fueron más que notables. Y tras el partido, en la entrevista, se le pudo notar todavía emocionado. Y es que es normal, si ves puerta 722 días después, y además, tu gol sirve para sacar a tu equipo, momentáneamente del descenso.
Las palabras de Darío al final del partido fueron claras: “Me alegro lo que más es irnos una semana fuera del descenso. Hacemos un trabajo enorme contra todo. Cosas que no se ven. Estamos sufriendo mucho, aunque la gente crea que no. Sobre todo, marcar un gol después de tanto tiempo y de tanto trabajo, no tengo palabras. A base de trabajo y constancia las cosas llegan. No hay que rendirse. Lo afronto, siempre, todo con mucha ilusión. Esto solo me da más ganas de seguir trabajando. Lo más importante sin lugar a dudas es que con esta victoria el equipo sale del descenso. Cuando he marcado el gol me acordado de mi familia, que han estado siempre conmigo, sufriendo muchísimo”.
Unas lágrimas que no solo fueron de Darío, sino de todo Getafe. De todos los aficionados que siempre “estuvieron en su barco”, que siempre confiaron en él. Porque la competencia que tiene no es fácil, pero ahí está, peleando por un puesto.
Para muchos, quien más se merecía este gol. Las lágrimas y la sonrisa de Darío, son las lágrimas y la sonrisa de todo aficionado azulón.

